Por José Antonio Cainzos.
Presidente del CIAM.
Hablar del futuro sin poner los pies en el presente puede llevar a hacer predicciones equivocadas o a confundir los sueños con la realidad. Por eso, creo que para opinar sobre el futuro del arbitraje en España tenemos que partir de su situación actual en nuestro país.
Para ello, nada mejor que tomar como referencias dos hechos recientes con origen en auténticos “termómetros” de la realidad arbitral.
El primero es el reciente premio concedido por la publicación Global Arbitration Review (GAR) a España como país que ha progresado más en el arbitraje en el último año. Dos circunstancias merecen ser destacadas: GAR es el medio más prestigioso en esta materia a nivel global y España nunca había recibido un premio como éste.
Los datos que GAR ha tomado en consideración para conceder este premio a España son las sentencias del Tribunal Constitucional (TC) en materia de arbitraje y las actuaciones del Centro Internacional de Arbitraje de Madrid (CIAM). La elección es muy correcta y demuestra la seriedad de quien ha realizado el estudio.
Las sentencias del TC han consolidado a España como un país plenamente seguro para ser sede de arbitrajes al evitar los riesgos de anulaciones con base en un desmesurado concepto del orden público. Si a ello le añadimos que nuestro país no registraba problemas en la aplicación del Convenio de Nueva York a la hora de reconocer y ejecutar laudos extranjeros, la conclusión es que el entorno judicial que complementa la labor arbitral es plenamente favorable a esta forma de resolución de disputas, al mismo nivel que en los países más avanzados en esta materia. Nuestra judicatura y el mundo académico español, bien representados en la composición del TC, han enviado un claro mensaje de apoyo al arbitraje que merece nuestro reconocimiento.
El otro elemento valorado para considerar a España como merecedora de este galardón es la actuación que el CIAM ha venido realizando en el periodo de tiempo analizado, que coincide con su primer año de actividad.
CIAM se ha convertido en la imagen de España en el arbitraje internacional por varios motivos. Por una parte, porque su actividad se centra en el arbitraje y la mediación internacional. Por otra, porque su esencia es la unidad lograda al fusionar la actividad internacional de las Cortes de arbitraje españolas con mayor proyección internacional y experiencia en la administración de procedimientos arbitrales, en general.
Esa unidad se ha ido acrecentando por varios caminos. Uno de ellos es la adhesión de otras cortes e instituciones arbitrales que han reconocido en CIAM la vía adecuada para contar con un centro arbitral de primer nivel internacional renunciando a mantener o crear estructuras propias.
También es destacable el hecho de que desde las Administraciones españolas se considere a CIAM como una buena muestra de la deseable presencia de España en el exterior y como un instrumento útil para la internacionalización de las empresas españolas, para la inversión de las empresas extranjeras en España o para la conversión de España en un país que pueda ser utilizado como territorio neutral en disputas entre entidades públicas y privadas de terceros países.
Finalmente, los grupos de trabajo de diferentes sectores económicos que CIAM ha puesto en marcha para conocer las necesidades de los operadores internacionales en este campo demuestran que CIAM ya es percibido como la oferta española en el mundo de la resolución de controversias internacionales.
El otro dato reciente es la mención, por primera vez, de Madrid como una de las ciudades preferidas por las empresas latinoamericanas como sede de arbitraje, que ha hecho el último informe de la Queen Mary University de Londres. La importancia de este informe es muy alta porque se considera un referente por su objetividad y calidad y permite conocer las tendencias del arbitraje internacional.
Estas noticias permiten pensar en el futuro sobre una base cierta. Los esfuerzos realizados en los últimos años en muy diferentes ámbitos están empezando a dar resultado. El trabajo constante, la mezcla de humildad, realismo y sana ambición, junto a la fijación de objetivos claros deben ser las guías de los próximos pasos. Entre estos últimos se pueden citar algunos. La colaboración con otras instituciones de prestigio para fomentar el arbitraje a nivel global es uno de ellos. La involucración de las empresas para que se sientan partícipes en el diseño de las soluciones que mejor se adapten a sus necesidades, es otro. El fomento del arbitraje en español es uno de los más importantes porque para los usuarios de muchos países, especialmente los ibéricos y los latinoamericanos, facilita acudir a esta fórmula imprescindible en el comercio internacional, lo abarata y crea oportunidades para los profesionales de todos estos países. Por supuesto, la atracción de arbitraje internacionales a España es una ilusión irrenunciable.
España está ante su gran oportunidad para encaramarse a la lista de los países más representativos en el arbitraje. El futuro no puede ser más prometedor. Sólo falta aprovechar la oportunidad.