Presidenta de la Confederación Española de la Abogacía Joven.
Ríos de tinta corren con aquello que supuestamente hemos aprendido (o estamos aprendiendo) durante el tiempo de pandemia, como en los tiempos de cólera de García Márquez. Pero la realidad de lo que nos hemos encontrado, de lo que hemos recordado, es mucho menos poética.
Que el sistema se ha tensionado es una obviedad y que las carencias que tenía han salido a relucir una redundancia. Los recortes en sanidad han salido a la luz en el peor escenario posible, lo mismo que en educación y, como no, la justícia no podía ser menos.
La Justícia como administración es la más pobre de todas. Juzgados saturados, recursos inexistentes, recortes salariales, anacronismo tecnológico.. era el caldo de cultivo para la tormenta perfecta, que al final, como en toda historia, acaba llegando.
Exigir una respuesta acertada y rápida a un escenario remotamente previsible podría ser exagerado, pero pedir una respuesta para la vuelta a la nueva normalidad acorde con las circunstancias y con la magnitud del problema al que nos enfrentamos es coherente. ¿Cuál fue nuestra sorpresa? Habilitar agosto, “tachán”.
¿Tan sencilla era la solución al colapso imperecedero de la administración de justicia? Evidentemente que no, pero era la solución más sencilla a la pregunta ¿qué habéis hecho? Y lo mejor de todo, las críticas a esta medida serían contestadas con un: los abogados y abogadas se quejan porque no quieren trabajar y aquí hay que arrimar el hombro. Pues no mire, no era esta la solución.
Las funcionarias, Juezas y Fiscales, como es normal y obvio, disfrutaron de sus merecidas vacaciones cuando las tuvieron a bien. Muchas en agosto, como era una costumbre. ¿Por qué las abogadas no? Somos, dentro de la administración más pobre y desatendida, los patitos más feos.
Por ello, más necesario que nunca es alzar la voz, con interlocutores de consenso, en igualdad de condiciones con los otros operadores jurídicos para reclamar aquello que, alejándonos del término “justo”, es razonable. La vocación que como letradas y letrados tenemos, no puede suplir la falta de medios. No podrá jamás suplir los Derechos de los ciudadanos que al final representamos, que en muchas ocasiones, dolosa o imprudentemente, parece que los administradores de la Justicia olvidan con demasiada facilidad.
Sirva éste como un ejemplo, como muchos que podríamos tener, de aquello que la pandemia nos recordó. La falta de inversión en la justicia la hace menos justa, menos respetada y confiable, alejando la inversión a un país tan necesitado de ella. Puede que cuando se den cuenta, la heterotutela haya hecho un paso al lado.
24 de septiembre de 2020.