Máster de Abogacía: 10 razones para indignarte

Por Andreu Marín.

Una vez transcurridos 4 años de arduos seminarios y exámenes, el hecho de finalizar la carrera de Derecho no habilitará a los estudiantes de la misma para el ejercicio de la profesión de abogado.

A partir de este año, quienes opten por el ejercicio de dicha profesión tendrán la obligación de superar un Máster y un examen habilitante de carácter estatal.

A pesar de las reticencias que en su día existieron en el seno del Ministerio de Economía, la Ley 34/2006 sigue contando con una unánime acogida por parte de Justicia y los diversos agentes del sector jurídico.

Sin embargo, no es oro todo lo que reluce ya que la realización de este Máster conllevará una serie de vicisitudes y perjuicios no sólo para los estudiantes sino también para la profesión. A continuación, les ofrezco algunos de los inconvenientes que desde sectores oficialistas difícilmente usted, apreciado lector, podrá escuchar.

1- Precio. En España, podemos encontrar un escenario altamente variopinto en cuanto a precios. Desde los 1.600 euros de la Universidad Jaime I (UJI) en Castellón pasando por los 3.700 de la Universidad de Barcelona (UB) o la nada despreciable cifra de 6.200 euros en la Universidad Pompeu Fabra (UPF).

En un país sacudido de lleno por una crisis económica sin visos de recuperación, el pago de estas cantidades supone un coste inasumible para muchas familias y para unos jóvenes cuya compatibilización de trabajo y estudios será prácticamente imposible.

2- Plazas. Tomando como referencia las 3 principales universidades públicas catalanas, el número potencial de estudiantes del Grado en Derecho asciende a un total de 1000 estudiantes.

Aunque si bien no todos los estudiantes pueden estar interesados en ser ejercientes, parece obvio que la cantidad de plazas ofertadas por UPF (150), UB (50) y UAB (50) podría quedar sumamente corta, sin perjuicio que otros estudiantes del resto del Estado pudieran solicitar una plaza en cualquiera de estas universidades.

3- Quinto año. La estructuración del Máster de Abogacía implica la postergación de un “quinto año” de carrera, puesto que de los 90 ECTS de que consta el postgrado, 60 créditos serán de contenido puramente teórico.

Muchos alumnos volverán a reencontrarse con algunas materiales ya realizadas en el Grado como Derecho de Sociedades o Contratos.

4- El “MIR” de los abogados como así se ha denominado coloquialmente a dicho Máster, implicará que una profesión del sector privado esté sometida a un filtro estatal.

Como bien apuntaba el director de El Jurista, debería ser el mercado quien pusiera a los abogados en su lugar y no dejarnos alentar por el mero proteccionismo de un gremio.

Y es que un grave problema de los juristas es la creencia que la solución a sus problemas pasa por la regulación y la redacción de normas inverosímiles, desconfiando de las oportunidades que por sí solo ofrece el mercado que pondría a cada cual en su lugar una vez accediese al mundo laboral.

5- No especialización. La razón de ser de los postgrados era ofrecer una formación adicional y especializada en un determinado ámbito. Sin embargo, los estudiantes del Máster en Abogacía dedicarán casi 2 años a la obtención de una formación generalista puesto que las asignaturas optativas que se ofrecen comprenden un porcentaje ínfimo del total de créditos.

6- Exclusión de licenciados. El pasado año, tras muchos dimes y diretes, se estableció una exención para los licenciados y es que, a pesar de la aplicación del Plan Bolonia, los estudiantes del Grado deberían adquirir las mismas competencias académicas que se obtenían en Licenciatura.

7- La incredulidad del expediente académico. A simple vista, la valoración del expediente académico a la hora de atorgar plazas podría parecer el requisito meritocrático por antonomasia. Sin embargo, detrás de dicha nota, se hallan diversos factores puesto que el nivel de exigencia o la carga de trabajo no es equitativa en todas las facultades.

Supongamos que el nivel de exigencia académica de la Universidad “A” es altamente superior al de la Universidad “B”. En cambio, el estudiante de “B” que haya obtenido en su media aritmética una simple décima más que el estudiante de “A”, pasaría por delante en la adjudicación de plazas.

8- Colapso en promociones sucedáneas. Puesto que la oferta de plazas es insuficiente y la demanda se prevé elevada, aquellos que no lograsen entrar en el Máster deberían esperar al año siguiente por lo que se vislumbra un colapso año a año.

9- Prácticas en contexto de crisis. La realización de unas prácticas obligatorias que constituyen 30 créditos de los 90 en total. ¿Cómo lograrán las universidades colocar a sus estudiantes en despachos de abogados arreciando una fuerte crisis económica que está golpeando al sector?

10- Por último, tanto los Colegios de Abogados como gran parte de los profesionales del sector han recibido con los brazos abiertos la regulación que emana de la Ley 34/2006.

A grandes rasgos, se considera fundamental que para ser un abogado, hay que adquirir unas competencias complementarias no proporcionadas en una carrera universitaria.

Sin embargo, están exigiendo a los nuevos graduados aquello que ellos no realizaron en su momento.

Siguiendo esta misma regla de tres, los defensores a ultranza del nuevo sistema tampoco estarían preparados para el ejercicio puesto que en su día no llevaron a cabo tal formación y pudieron dedicarse al ejercicio de la abogacía una vez finalizada su Licenciatura.

Como se desgrana del trasfondo del artículo, el panorama no es nada alentador para los estudiantes de Derecho. En sus manos, está la posibilidad de indignarse por la situación que les espera, organizarse y contribuir hallando soluciones a las problemáticas anteriores. Aunque aún no es tarde para ello, el tiempo se les echa encima y de no cambiar las cosas, se avecina un escenario muy negro.

De no ser así, la única salida plausible para estos jóvenes será deambular por los despachos cobrando un sueldo nada acorde a su cualificación o, por otro lado, tener la osadía de afrontar la búsqueda de un futuro mejor y seguir contribuyendo a la perpetuidad del programa Españoles por el Mundo.

 Andreu Marin
Licenciado en Ciencias Políticas y de la Adminstración por la Universidad Pompeu Fabra (UPF). Estudiante de 2º ciclo del Grado en Derecho en la UPF. Jefe de Opinión en El Jurista. Mis ámbitos de interés son el Derecho Penal y Constitucional.

13 comments

  1. Muy buen artículo! Sintetizas perfectamente las razones por las cuales los estudiantes creemos que el máster es una aberración!

  2. A la 9 te contesto ahora mismo: los alumnos que cursaremos el Máster el año que viene trabajaremos durante 4 meses en despachos de abogados a tiempo completo y de forma GRATUITA. Aunque los despachos pueden elegir si pagar algo o no a sus becarios no es obligatorio y la decisión de remunerar las prácticas queda en sus manos. Así es muy fácil conseguir las prácticas para los alumnos, quien no quiere futuros abogados con grado en derecho y máster trabajando GRATIS en su despacho?

    1. ¡Mejor explicado imposible!

      Es para indignarse y mucho como dice el compañero de arriba. Las largas manos del Estado pretenden borrar de un plumazo la mala praxis que de ha venido desarrollado. Desde luego que un máster cueste ese dinero, cuando su fin no es otros que superar un examen, es de broma.

      Otro ejemplo de porque muchos compañeros están trabajando en otros sectores…

      Un saludo y enhorabuena por el artículo Andreu.

      Javier – Compañero abogado en Madrid

  3. Estoy totalmente de acuerdo con Andreu Marín, es para indignarse y mucho osea, te ponene todas las pegas posibles para tirar la toalla y dedicarte a cualquier curro común y corriente (sin ofender). Al gobierno no le interesa que la gente se prepare sino que permanezca en la más absoluta ignorancia posible para manipularnos con total libertad a placer.

  4. Totalmente de acuerdo Andréu. Que opináis de hacerlo A DISTANCIA? Así pierdes menos tiempo puesto que lo único valioso son las prácticas que ya las haces obviamente de manera presencial.

  5. Una pena ver cómo desde arriba tratan de imponernos la formación básica universitaria camuflada en forma de master. Aún recuerdo los 42 cursos superiores y masters con contenido de actualidad que se impartían en mi escuela cuando sufríamos una educación patética y obsoleta para obtener nuestro título. Una vez terminada la carrera, con tan pobre formación, era muy probable que los alumnos “invirtieran” en su deficiente formación con esos cursos y masters de vanguardia.

  6. Desde luego el articulo sigue muy en vigor a pesar del tiempo pasado. las practicas remuneradas ya es una utopia dificil de volver a levantar. Formación de calidad para un trabajo de calidad.

  7. Los Masters son un negocio como otro cualquiera fruto de la masificación de alumnos en la carreras, sobre todo de letras, en aras, según dicen a la especialización en el mercado laboral.
    La pena, es que todos estos alumnos no saben, ni sabrán hasta dentro de unos años lo futil que será gastarse todos sus ahorros en estos estudios.

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