El marco legal de las aseguradoras protege al cliente

Por Sergi Garcia.

Según la patronal del sector, Unespa, en 2020 más de 20 millones de españoles tenían un seguro de vida. Una póliza mediante la que el 16% de los fallecidos indemnizó a sus familiares y seres queridos. En el caso de otros tipos de seguro, brindándonos cobertura y apoyo financiero ante el riesgo que decidimos asegurar. Pero, ¿realmente necesitamos un seguro? Y, de ser así, ¿cuál?

Puro instinto de supervivencia

Fruto del instinto de supervivencia del que goza toda criatura, el ser humano busca en todo momento su seguridad y protección. Desde la ropa que se viste según la época del año y hasta el marco legislativo de un país, la sociedad moderna está preparada para protegerse. Pero, en algunos casos, la imprevisibilidad del riesgo elude todos esos escudos dejándonos a la suerte de nuestra precaución y capacidad de antelación.

Precisamente, es ese el motivo por el que existen las aseguradoras. Una vía para tener cobertura ante prácticamente cualquier tipo de riesgo que amenace la integridad o los bienes del asegurado. De hecho, su amplio abanico de cobertura abruma, como bien podemos comprobar en espacios como Doctor I, un sitio web para tener todas las necesidades cubiertas. Pero, ¿podemos fiarnos de los seguros?

El blindaje legal del cliente ante su aseguradora

Tras tres largos años, en 2020, el Consejo de Ministros aprobó en España el Real Decreto-ley 3/2020, cuya intención se enfocaba en velar por el interés de los clientes ante las aseguradoras. Especialmente, en relación a la información que sus agentes deben aportar sobre sus servicios al individuo que los requiera. Y, además, incluyendo un segundo refuerzo informativo previo a la firma del contrato con la aseguradora.

En el mismo marco, entre las modificaciones aprobadas más relevantes cabe destacar la diferenciación de los recursos económicos de las reaseguradoras. Es decir, la creación de dos cuentas distintas por parte del mediador bajo el propósito de separar los fondos de los clientes recibidos del resto de sus recursos económicos. Del mismo modo que quedó prohibido añadir recargos a los recibos de prima de las aseguradoras.

Siguiendo en la línea del precio, el Decreto-Ley estipula que incluso los honorarios del corredor de seguros deben facturarse aparte, bajo un documento independiente y separado del recibo de la aseguradora. En suma, y contando con un nuevo proyecto de Real Decreto en relación a los seguros este año, queda claro que confiar en una aseguradora sólo depende de nosotros. Porque, como clientes, estamos protegidos.

Cómo escoger aseguradora y qué asegurar

En muchos casos, asegurar algo no tiene necesariamente que ver con la inminencia de un riesgo sobre éste. A menudo, los seguros sirven para percibir una indemnización en caso de que suceda lo funesto. Una premisa que se relaciona con la esperanza de vida de la población. Y es que, según Unespa, 20’7 millones de españoles tenían un seguro de vida en 2020. Y su función y utilidad están más que claras.

Según la patronal del sector, el 16% de los fallecidos dejan una indemnización a sus familiares y seres queridos gracias al seguro de vida. De hecho, este tipo de seguro ayuda a finalizar casi 5.000 hipotecas al año, ya que su titular estipuló saldar la deuda en caso de fallecimiento. Sólo basta con estos pocos ejemplos para ver cuán amplias pueden ser las ventajas de un seguro de vida, pero también en otros casos.

¿Cuáles son las ventajas de un seguro?

Generalmente, los beneficios de tener un seguro se erigen sobre fuertes pilares. Pero todo concatena finalmente en una mayor sensación de tranquilidad. Ésta, a raíz de la seguridad y la posibilidad de superar ciertos obstáculos que permiten los seguros. Y es que, además, es incluso más sencillo acceder a préstamos bancarios ya que dicho contrato con la aseguradora nos sirve como garantía de liquidez, pero también respaldo.

En la misma línea económica, un seguro aporta también una garantía financiera para el afectado o los afectados colaterales como la familia. Por ejemplo, dando cobertura a la reparación de nuestro vehículo tras un escandaloso accidente. Ayudándonos a hacer frente a la adversidad, también económica, como ante un desastre que haya afectado a nuestro hogar requiriendo de reparaciones e incluso de una reforma.

En cualquier caso, la idea consiste en que la aseguradora asume las consecuencias del riesgo que decidimos asegurar. Un riesgo que, como se ha mencionado, tanto es sobre nuestra propia vida como sobre nuestros bienes tales como vehículos o viviendas. A fin de cuentas, un modo de cubrirnos las espaldas con la certeza de que, cuando suceda el percance, no nos quedaremos en la estacada.

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