La importancia del abogado penalista en el proceso penal

Redacción.

Es difícil concebir una sociedad sin leyes en materia penal, dado que es prácticamente imposible que no se cometan delitos de alguna índole. La misión del abogado penalista es actuar en representación de alguna de las partes intervinientes, y para hacerlo correctamente debe reunir una serie de requisitos y cualidades que detallaremos a continuación.

El proceso penal

El proceso penal es un procedimiento jurídico genérico concebido para enjuiciar actos delictivos; tales actos están tipificados en el Código Penal, y la forma de proceder según los tipos de procesos se recoge en la LeCrim (Ley de Enjuiciamiento Criminal):

  • Juicios rápidos.
  • Sumario ordinario.
  • Procedimiento abreviado.
  • Procedimiento relativo a delitos leves.
  • Procesos especiales.

Los procesos penales se inician con la interposición de una denuncia o una querella por parte de una persona, entidad o colectivo. Se puede distinguir también un subtipo de proceso penal, en caso de que sean la Policía o el Ministerio Fiscal quienes abran las diligencias contra alguna persona, entidad o colectivo. En este caso, se dice que estamos ante un proceso penal de oficio.

A grandes rasgos, todo proceso penal consta de tres fases, a saber:

  1. Investigación. Comprende la recolección de las pruebas de los hechos enjuiciados, como interrogatorios, autopsias o peritajes varios.
  2. Instrucción. En esta etapa, los abogados construyen los argumentos que respaldarán el discurso de acusación o de defensa, ciñéndose a los procedimientos previstos en la LeCrim.
  3. Juicio oral. Finalmente, un juez dictará sentencia para aplicar la ley en virtud de las pruebas y declaraciones presentadas.

¿Qué se considera un acto delictivo?

Se entiende como acto delictivo (o, simplemente, delito) a cualquier acción tipificada y penada por la ley. Para que un acto sea considerado delictivo, debe reunir estos atributos:

  • Típico. Significa que el acto en concreto debe estar tipificado en algún código normativo.
  • Antijurídico. Significa que el comportamiento es considerado contrario al Derecho.
  • Imputable. Significa que quien comete tal acto es consciente del daño que causa, y lo ha llevado a cabo intencionada y libremente.
  • Sancionable. Significa que una autoridad judicial podrá dictar pena o sanción contra quien cometa tal acto.

El abogado penalista

Por su parte, el abogado penalista es aquel profesional del derecho que interviene en la representación legal de alguna de las partes implicadas en estos procesos:

  • Está licenciado en Derecho.
  • Posee un máster en Derecho Penal.
  • Ha aprobado un examen oficial de capacitación para ejercer la abogacía profesional.
  • Está debidamente colegiado (pertenece a uno de los colegios profesionales correspondientes).

¿Qué debe hacer el abogado penalista?

Como bien explica el abogado penalista Luis Chabaneix, “El trabajo del abogado penalista consiste en construir la acusación o la defensa haciendo uso de sus conocimientos y experiencia: su finalidad última siempre será garantizar la máxima protección jurídica de su cliente, cuando éste conste en un proceso penal como la parte denunciante, o bien como la parte acusada”.

¿Qué cualidades debe reunir un abogado penalista?

Entre las cualidades que debe tener un especialista en derecho penal destacan la formación, la empatía, su capacidad de reacción, negociación y sobre todo oratoria, entre otras muchas. Veamos algunas de las cualidades por las que destacan los mejores abogados penalistas:

  • Formación continua. Las leyes están vivas y frecuentemente se publican actualizaciones o derogaciones en el BOE, de las cuales el abogado penalista debe estar al tanto. No menos importante es permanecer actualizado en materia de conocimiento de la jurisprudencia de los tribunales.
  • Acreditación. Los abogados deben poder mostrar claramente sus credenciales (estudios universitarios y colegio profesional) para garantizar a sus clientes que están debidamente preparados para llevar adelante su representación con las debidas garantías formales.
  • Empatía. Las penas aplicadas podrían marcar el resto de la vida del acusado, y la vulneración de los derechos también podría haber ocasionado unos daños importantes al denunciante: en ambos casos, estamos ante circunstancias potencialmente muy lesivas. Se infiere fácilmente el tacto con el que deberá proceder el abogado, así como comprender el alcance de las consecuencias para unos u otros actores.
  • Moral. La defensa de los intereses de una u otra parte jamás debe entrar en conflicto con la ley en sí misma: el abogado debe ceñirse al cumplimiento de la ley sin incurrir en prácticas ilícitas.
  • Estrategia. Actuando siempre dentro de los límites de la ley, el abogado deberá ser capaz de trazar una hoja de ruta para abordar tanto la defensa como la acusación del caso: debe ser capaz de combinar la ética con la astucia en favor de los derechos de su cliente.
  • Capacidad de reacción. A pesar de haber trazado una buena estrategia, es posible que en el curso de un proceso penal aparezcan nuevas probatorias o testimonios imprevistos que tuerzan el plan original: un buen abogado penalista será capaz de voltear la situación y rearmar su discurso para seguir siendo convincente ante el tribunal.
  • Calculador de riesgos. El Derecho no es una ciencia exacta, y todas las acciones que se emprendan pueden acarrear consecuencias relativamente graves: el abogado debe ser consciente de los riesgos que entrañan todas sus actuaciones, y deberá calcularlos y asumirlos.
  • Negociación. Es frecuente que los abogados traten de llegar a acuerdos para minimizar las consecuencias penales que planean sobre la figura de sus clientes, y para evitar incluso que el proceso llegue a la fase del juicio oral (algo que suelen agradecer los órganos de Justicia). Es decir: llegar hasta el final de caso no siempre es la mejor opción para todas las partes, y un acuerdo a tiempo puede ser una solución más efectiva.
  • Redacción. Los escritos jurídicos han de ser cumplimentados con el lenguaje apropiado y la forma debida: las denuncias y los recursos deben recoger claramente toda la exposición argumental, mencionar jurisprudencias relevantes y no incurrir en ningún defecto de forma.
  • Oratoria. Las cualidades de comunicación, tanto verbal como no verbal, son fundamentales sobre todo en los juicios orales: siempre dentro de los márgenes legales, el abogado penalista debe ser capaz de convencer al fiscal y/o al juez a través de sus palabras, manteniendo un hilo argumental que no deje de ser coherente.

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