La mediación se cruzó por su camino, precisamente, por la satisfacción final que crea el procedimiento judicial. En vía judicial, puedes perder el caso o lo puedes ganar, pero, en el momento que ves a un cliente insatisfecho, reflexionas sobre cómo las dos partes podrían haber visto sus intereses satisfechos fácilmente. Este hecho me hizo querer introducirme en el mundo de la mediación. Como mediadora, puedes entender cuáles son las necesidades de verdad de las dos partes, viendo más allá del que te solicita una de ellas. Y de este modo, puedes trabajar en propiciar soluciones satisfactorias para las dos partes.
Sobre la mediación
“La mediación, en esencia, no es más que una técnica de resolución de conflictos, alternativa y a la vegada complementaría a la vía judicial”, nos explica Anfruns, “lo que se intenta con la mediación es facilitar el diálogo entre las partes, pues, la mayoría de veces las partes llegan a la vida judicial, sin tener en cuenta que el conflicto que tienen en las manos no es más que un problema de comunicación.” Y hablando sobre comunicación, añade que “la mediación es una excelente técnica que sirve para evitar futuros conflictos, dado que a través de esta se crea una mejora de la comunicación entre las partes. Una comunicación que no resuelve, exclusivamente, el problema actual, sino los futuros que pueden haber”.
Y así, Anfruns sentencia que, la mediación puede sonar muy idealista, pero, las estadísticas demuestran que la realidad impera sobre lo ideal, actualmente, entre el 70 y el 80% de los procedimiento de mediación finalizan con un acuerdo. Este éxito, conjuntamente, a la implementación de las tasas judiciales ha propiciado el aumento de la mediación como solución. Las tasas judiciales han favorecido que los ciudadanos busquen otras alternativas, y aquí entra la mediación, la cual es más ágil, flexible y barata que el procedimiento judicial.
La sociedad no tiene una percepción clara de la mediación
La cultura jurídica española está muy arraigada a la dualidad ganador-perdedor en sede judicial, y en este sentido la mediación busca que las dos partes lleguen a un común acuerdo que satisfaga al máximo los intereses de cada una de las partes; Un hecho que no siempre se cumple en vía judicial. “Esto es algo que la sociedad ignora todavía”, nos expone Georgina Anfruns, “hay una falta de conocimiento muy grande respecto de la mediación. Pues, el conjunto de la sociedad desconoce, todavía, en gran parte que es la mediación, y todavía más cuáles son los efectos que tendrá el acuerdo que han adoptado”.
Últimamente, hay esta creencia en auge que la mediación defiende la cultura de la paz, frente la cultura de la guerra de los tribunales, pero, esto es irreal. “Ni la mediación es la cultura de la paz, ni la vía judicial representa la cultura de la guerra. La mediación es la cultura del diálogo, la cultura de hacerse responsable de la investigación de soluciones satisfactorias por las dos partes”, defiende Anfruns.
¿Cómo tiene que ser un mediador?
“Un mediador tiene que ser neutral e imparcial, y esto, en un comienzo es muy difícil, dado que la carrera de Derecho está centrada en la formación de abogados en la representación y la defensa de una de las partes”, empieza exponiendo Georgina Anfruns, “por esta razón, es tan difícil, en los primeros casos de todo mediador, aprender a trabajar para las dos partes por igual, de ser imparcial y velar por los intereses de estas equitativamente y sin posicionarse”.
A nivel de habilidades, para un mediador no es estrictamente necesario haber cursado la carrera de Derecho, aun así, si que lo es tener nociones jurídicas básicas. “Al final un mediador tiene que transmitir, por encima de todo, confianza hacia las personas y desarrollar empatía hacía estas, sin juzgarlas; Y estas calidades, también, son muy propias de los profesionales de la psicología y los servicios sociales; Hecho que los hace también muy adecuados para desarrollar este trabajo.”