Por Pol Rubio.
Jesús Soler, fundador de Olvídame.es y Presidente de la Sección de Derecho Informático del Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona durante los años 2004-2007, ha tenido el detalle de conceder una entrevista a El Jurista, enmarcada en el contexto del especial sobre los Informer, Gossip y los derechos de la personalidad. Con un café con leche y un agua con gas delante, Jesús Soler hojeó el proyecto de informe que hoy publicamos e hizo sugerencias trascendentales para mejorarlo. Entonces, empezaron las hostilidades.
A partir de la idea de abrir un despacho especializado en las nuevas tecnologías, un ámbito poco explotado y con infinitas posibilidades de crecimiento. Y de la reclamación de una clienta que quería quitar una foto de su padre de Internet, queriendo ejercer su “derecho al olvido”.
¿Y el logo, que personalmente creo que es muy bueno, en términos de lo que transmite, y que ha sido utilizado incluso en noticias como imagen representativa?
Lo pedí a unos cuantos y acertó un diseñador rumano. Ágil y barato, estas cosas hacen que te des cuenta de cómo de internacional es todo ya.
El pasado 25 de enero publicasteis en vuestro Twitter que Olvido Hormigos, concejala socialista del municipio Los Yébenes que se grabó desnuda y masturbándose y envió el vídeo por Whatsapp a un “amigo”, había requerido vuestros servicios. ¿En qué medida es posible reparar un daño como el causado?
Se requiere tiempo, éste es el que lleva al olvido. Calculo que necesitaremos un mínimo de 5 años para borrar todo el contenido que hay sobre ella. Ahora estamos con los vídeos de Youtube, tuits y después pasaremos al contenido en páginas pornográficas.
¿Se puede borrar definitivamente de la red un documento para que éste no pueda volver a ser encontrado?
Es muy complicado. Depende de la expansión. Un Facebook, Twitter, incluso un blog es un trabajo fácil; pero un caso tan expandido como éste, que se encuentra incluso en webs sudamericanas que combinan fútbol, coches y sexo, requiere una monitorización diaria, y cuando la cosa esté lo bastante limpia, semanal.
¿Por qué lo que es controlable no es la tenencia sino su difusión?
Exacto, es la difusión lo que comporta responsabilidad y obliga a estar pendiente de casos como éste, donde el vídeo ha sido descargado por millones de usuarios y en cualquier momento lo pueden volver a subir.
Centrándonos en el tema de los Informer y Gossip, ¿cree que la clave del éxito radica en la falsa valentía que proporciona el anonimato?
El problema es que muchos viven engañados. El anonimato existe en la puerta del lavabo del instituto, pero no en Internet. Requiere unos conocimientos en la mano de muchos pocos, y un gasto consecuente.
Se puede pillar a los que originan las conductas a través de IPs, mails, y si no, la responsabilidad última es del proveedor del servicio, que tiene que poner los medios adecuados para que se descubra quién es.
¿Puede explicar un poco cuáles son las diferencias entre el sistema de aceptación de menores de Disney y el de aplicaciones como Gossip?
Disney obliga a introducir un mail propio, el mail del padre o tutor que autoriza al menor a acceder a su web, y una declaración de voluntad conforme con éste.
En cambio, Gossip sólo requiere un mail y sin confirmación. Pero lo que es peor es que no obliga a aceptar las condiciones legales que encontramos en su web (que, por otra parte, son un “corta y pega”) en su aplicación. Permite que publiquen menores sin ningún filtro. Y podrían tener controlado quién responde por lo que el menor publica, cosa que sería tan fácil como cobrar una cantidad ridícula (0,25€) que se tuviera que pagar con VISA.
¿Y qué es lo peor de los Informers?
Partiendo de que ambos son malos, los Informers son los menos malos. Tienen la obligación de moderar y se puede acceder a este moderador, responsable de los anónimos, ya que no establecen cláusulas a contrario.
Y si se confirmara la comentada teoría de que se acabará publicando un listado de nombres con todos los que han difamado, ¿sobre quienes recaería la responsabilidad?
Sobre estos moderadores, porque tácitamente aceptaron el compromiso de guardar el anonimato de los que los envían.
¿Ve desproporcionado que estas publicaciones acaben conduciéndose por un delito de injurias y calumnias, o realmente es lo que merecen dada la gravedad de ciertas acusaciones?
No, son delitos y muchos de ellos proferidos contra menores de edad que llevan a bullying y similares. Y no podemos olvidar que también puede afectar a adultos en su trabajo, como por ejemplo aquel profesor al que se acusa reiteradamente y que llega a sufrir la desconfianza y trato diferente incluso de su director.
¿Estamos hablando de que estas difamaciones afectan a la intimidad de la persona?
Sí, ciertamente, pero que en España no exista la distinción necesaria entre intimidad, que es “el territorio puertas hacia adentro” y privacidad, que es “el territorio puertas hacia afuera”, y en algún momento se tiene que revelar (pago de impuestos, firma de contratos), es un error que muchas veces induce a la confusión. El modelo anglosajón, en este sentido, nos lleva años de ventaja.
¿Las claves para cortar el problema por lo sano?
Prevención con la educación de los niños y acción mediante la reclamación por la vía penal.
En referencia al anonimato en la red, nosotros hemos considerado en el especial que hemos elaborado que estaría bien la creación específica de un agravante en el CP, ya que la actual redacción es demasiado genérica. ¿Considera que sería conveniente?
No. Considero que hay una hiperinflación normativa, leyes para cualquier chorrada. Está claro que la preparación de los jueces en materia informática no es demasiado extensa, y que sólo aplican los preceptos cuando lo tienen muy claro. Pero el legislador actual es peor. El Código Civil, que es de 1889, sí que es una ley bien hecha. Pero ves las que van saliendo y, no sé si por incompetencia o por los continuos cambios que no permiten llegar a tiempo, son peores. Así que se mojen los jueces con agravantes como la alevosía o la nocturnidad, que contiene un cierto elemento de anonimato en el sentido de que no se ve.
La entrevista acabó con una distendida conversación sobre el fracaso del sistema actual de formación de estudiantes de Derecho, lo que sólo confirmó un poco más la concepción de un servidor.