Por una Abogacía fuerte y unida

José María AlonsoPor José María Alonso

Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid

Este pasado 20 de junio he tenido el honor de ejercer de anfitrión en la reunión de las Juntas de Gobierno del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid y el Il·lustre Col·legi de l’Advocacia de Barcelona. El encuentro no ha podido resultar más fructífero ni lo hemos podido asumir con mayor sentido de la responsabilidad y el mandato, el que nos entregan para su representación y la defensa de sus intereses más de 100.000 colegiados.

Ambas instituciones hemos decidido emprender un camino valiente y decidido para colaborar y cooperar, más allá de lo simplemente corporativo, concentrando nuestros esfuerzos y multiplicando nuestro impacto e influencia como referentes de la Abogacía en España y en Europa.

Hemos creado grupos de trabajo bilaterales en áreas tan fundamentales como el turno de oficio o la deontología, como las secciones o la formación, como los asuntos digitales o el arbitraje y la mediación. Y desde luego vamos a pensar y a tomar medidas que ayuden a empujar la proyección internacional de nuestros compañeros y compañeras.

En absoluto se ha tratado de un acontecimiento aislado. Este proyecto que apenas acabamos de lanzar parte del pleno convencimiento que comparte en primera persona el firmante de esta tribuna con la Degana del ICAB, María Eugenia Gay, sobre las ventajas que el trabajo en equipo puede producir sobre la práctica de un oficio que día a día luchamos para dignificar. Porque pensamos que si conquistamos nuestros objetivos con entusiasmo y con ideas, el retorno no sólo será una magnífica noticia para la Abogacía sino para la sociedad en su conjunto.

En una situación como la actual, tan necesitada de impulsos cívicos e institucionales, creo modestamente que adquieren más dimensión y fuerza, si cabe, aquellas iniciativas que van en la línea de restar tensión y crispación, de alumbrar y conquistar espacios de entendimiento y a arbitrar vías de salida a procesos de conflicto.

Como letrados, no podemos ser meros espectadores del debate público. Estamos comprometidos en la tarea constante de elevar la voz de la Abogacía con mayor nitidez y alcance que en el pasado, sintiéndonos especialmente concernidos por la defensa de los principios y valores democráticos en los que se fundamenta el Estado de Derecho. Somos un elemento indispensable para la concordia y la convivencia ciudadana.

25 de junio de 2018