Policías locales o Guardia Pretoriana

Borja HernándezPor Borja Hernández Meca

Abogado

Es un hecho que en el Estado Español conviven distintos cuerpo de Policía. Pese a que son numerosas las diferencias internas y de acceso a los distintos cuerpos, en este artículo pretendemos centrarnos en las Policías Locales. Especialmente, en aquellas plantillas más pequeñas, que a su vez son las más comunes.

En cuanto al sistema selectivo, debemos considerar los procedimientos de selección y control: la oposición, y el concurso oposición.

En ambos casos, la selección se realiza por un conjunto de pruebas aptitudinales, psicotécnicas, físicas y en ocasiones de personalidad, además de la correspondiente entrevista personal.

La diferencia entre ambos es que cuando entra el concurso, además de esas pruebas, meritan diferentes titulaciones o felicitaciones de los aspirantes que hacen que la valoración obtenida de la oposición se incremente o disminuya en función de estos.

Posteriormente, los miembros seleccionados, deberán superar un curso de formación con una duración aproximada de nueve meses antes de tomar la posesión de su plaza.

Del mismo modo, existen unidades de control interno, vulgarmente conocidas como “Asuntos Internos”, que se ocupan de velar por el orden interno de dicho cuerpo entre los funcionarios de carrera, y por la aplicación del régimen disciplinario correspondiente.

Ahora bien, a la práctica, esta cuestión se convierte en un elemento fuertemente controvertido.

La teoría dice que la formación de estos cuerpos dependerá del volumen de población de los municipios, y que a partir de un cierto volumen de población, será obligatoria su creación por parte del Ayuntamiento. Ahora bien,

¿Por qué siempre existe el gran debate del enchufismo en las Policías Locales? ¿De quienes dependen estas Policías? ¿Qué sistema de control interno utilizan? Las respuestas son ambiguas, y sin duda suponen uno de los puntos más oscuros del funcionamiento y control de los funcionarios de todo el Estado. No solo por la forma de acceso y valoración, si no por la forma del control interno y de la condición de Agente de la Autoridad que se concede a algunos de estos funcionarios.

En primer lugar, resulta indispensable atender a la figura del Agente de Policía Interino.

Y es que, a la práctica, esta figura se encuentra legalizada en determinadas Comunidades Autónomas, entre ellas Cataluña.

Y es que, ¿qué ocurre cuando se omite total o parcialmente el sistema de selección del nuevo miembro de la plantilla?

Pues bien, ocurre que podemos encontrarnos con que un sujeto se presente a una entrevista directa un lunes e inicie sus labores un martes. Labores que realizará con la misma condición de agente de la autoridad que cualquier otro agente de carrera (denunciar, detener, consultar datos policiales). En ocasiones, incluso los podemos ver patrullando solos en una población donde no hay ningún compañero de carrera que lo supervise o ayude en caso de urgencia.

Basta con salvar la diferencia de que estos policías no podrán ser portadores de un arma de fuego y no habrán realizado ningún tipo de formación. Hecho que podrá alargarse de forma prácticamente indefinida en el tiempo con el peligro que conlleva para la seguridaddel propio funcionario, como para la seguridad del ciudadano, al que se le engaña con una falsa sensación de inversión en seguridad pública que en absoluto se corresponde con la realidad.

Todo ello, claro está, solo en aquellos casos en que dicha plaza se apruebe con “carácter de urgencia”, herramienta que se utiliza en muchísimos Ayuntamientos para crear plantillas personalizadas, fomentando el famoso “amiguismo”, y sin ningún tipo de control interno.

De hecho, en la actualidad hay plantillas conformadas en mas de un 60% por este tipo de agentes, y que a su vez trabajan solos en multitud de servicios.

Del mismo modo, no se establece un margen temporal para que dicha plaza pueda salir a concurso público, con lo que pueden alargarse durante los años que el Organismo considere. A la práctica, hay plantillas formadas por agentes interinos sin ningún tipo de formación, que llevan más de 10 años trabajando.

En relación al control interno de estos cuerpos locales, la realidad supone que no existe en modo alguno. Es decir, son los propios Ayuntamientos quienes deberán ejercer el control interno que consideren sobre los agentes de policía de una forma totalmente arbitraria. A la práctica, no habrá control médico regular que controle obligatoriamente el estado de salud física y mental de los funcionarios, no habrá controles anti drogas, ni serála propia policía quien pueda abrir una investigación interna cuando se considere que haya motivos para ello. En todo caso, se seguirá el procedimiento común de cualquier funcionario, además de no llevarse a cabo por un miembro de la policía. A la práctica, el control es prácticamente inexistente, algo inadmisible en el resto de Cuerpos de Policía, atendiendo a la especialidad que esta cuestión requiere para poder abordarlo con laseriedad y rigidez que merece.

Obviamente, las consecuencias de este hecho, suponen el aumento de la corrupción interna, la capacidad de convertir un cuerpo de funcionarios en un cuerpo la la práctica laboral en el que elaborar una plantilla a medida, contratando y despidiendo según criterios arbitrarios, y como no, influencia política sobre los funcionarios, que si no actúan de una determinada forma, podrán ser cesados de su cargo por diferentes vías: amortización de plaza, sanciones internas, o simplemente por medio del acoso laboral del resto de plantilla politizada, forzando la marcha de los agentes. Además, claro está, de una plantilla no profesional que no responde a la necesidad real de cobertura de una plaza de urgencia.

Resulta indispensable atender además a más absoluta destrucción que ello puede llevar de la separación de poderes, hecho en que se basa nuestro sistema democrático y del que se jacta en todas y cada una de las ocasiones en la que goza de dicha posibilidad.

Todo ello, por cuanto resulta evidente y conocida la injerencia política en las funciones policiales locales, presuntamente imparciales y sistematizadas. Funciones, que en multitud de ocasiones pueden ser contrarias a los intereses políticos, así como al populismo que en ocasiones se pretende.

Todo lo expuesto son hechos, una realidad en la que se encuentran inmersos muchísimos agentes de policía en todo el país, miembros de numerosos cuerpos locales.

El ejemplo más evidente, está en que es uno de los colectivos con más bajas laborales por depresión de todo el país, por la imposibilidad de ejercer en ocasiones sus funciones con la imparcialidad que exige la presunta separación de poderes que debería regir el Estado, así como por los constantes acosos que se producen a nivel interno entre los propios agentes. Aquellos partidarios de ganarse el favor político, y aquellos que únicamente quieren desarrollar sus funciones con la máxima profesionalidad posible.

Como respuesta, una vez más, los Gobiernos no han tomado ninguna medida al respecto.

Tal vez porque interesa que no exista una separación de poderes, tal vez porque interesa tener una “Guardia Pretoriana” al servicio de la política local, o tal vez porque el 90% de las leyes de nuestro país están controladas por el Ejecutivo en lugar de por el Legislativo.

Pero claro está, que en este país las prioridades del Gobierno siempre han estado al margen de este tipo de conflictos pese a que vengan manifestándose desde hace años. Y es que, ¿qué relación guarda una cuestión como esta con la popularidad política?

Claro está, en que inicialmente ninguna. No importa que no haya un régimen establecido de control interno en las Policías Locales (en muchos casos inexistente). No importa que sea el colectivo con más bajas del Estado. No importa que un agente interino y en ocasiones sin haber pasado ningún tipo de filtro tenga acceso a todos los datos personales de los ciudadanos. No importa que no se les haya realizado ningún examen psicológico previa a la toma de posesión de su plaza, que no estén formados en modo alguno, ni que vayan desarmados. Total, solo estamos en un país que lleva años en crisis, con una alta alerta antiterrorista, y un conflicto político interno que ya ha derivado en numerosos altercados policiales. Claro está, que se trata de un asunto de poca importancia, y que no merece ninguna repercusión.