Por Rafael Pozas
Actualmente, vivimos un período en el que ni nosotros mismos sabemos que va a pasar dentro de unos meses, ni tan siquiera lo que vaya ocurrir mañana mismo. Ésta es la situación en la que nos encontramos y es que hace 5 años no nos imaginábamos que íbamos a presenciar una de las peores crisis del siglo. Esta crisis no sólo es económica sino también social y política.
Hoy en día, la sociedad está mostrando una actitud más pasiva que activa ante los recortes que estamos sufriendo. No sólo recortes en educación, sanidad, pensiones, sino también en muchos derechos sociales que tanto tiempo ha costado conseguir a la gente humilde y trabajadora. Pero claro, siempre hay unos pocos que les interesa una sociedad esclavizada y que cobre unos míseros 300 euros al mes. Este dogma lo vemos representado en las actuales políticas de austeridad.
Sin embargo, el gran dilema que nos deberíamos plantear es: ¿Qué sociedad queremos? ¿Una sociedad al servicio de unos pocos o una sociedad por y para todos? Pues visto lo visto, la gente se encuentra impasible ante las políticas de austeridad que tanto daño nos hacen, pero también nos debemos parar a reflexionar sobre ¿Quién nos representa?
No lejos de ser autocrítico, la realidad es que casi nadie ha sabido dar respuesta a los problemas de la gente, pero siendo conscientes que en épocas de bonanza la sociedad denotaba un sentimiento de pasotismo sobre la actualidad política. Esto, en parte, nos ha llevado a la situación en la que nos encontramos: casos de corrupción, escándalos de las preferentes, cohechos, etc… Por lo que no podemos pretender tener una clase política medianamente decente si no le exigimos como sociedad formada, que sean transparentes y den explicaciones de todo lo que hacen, porque si dejamos que campen a sus anchas al final el país estará abocado hacia el desastre.
Además, lo más grave de todo es cómo personas implicadas en casos de corrupción siguen en cargos institucionales, y encima luego crean cargos a dedo para sus “amiguitos”, con el objetivo de seguir viviendo del cuento y sin aportar nada a la sociedad. Todo esto es un despropósito que al final nos llevará hacia un final poco deseado para ellos, ya que cuando menos lo esperemos la sociedad se cansara y reaccionará ante tantos abusos.
Por consiguiente, visto lo visto es verdad que debe haber una regeneración política y no la de Rosa Díez, que lleva más de 30 años en cargos institucionales, para que así la sociedad prospere con ideas nuevas, jóvenes formados y preparados para desempeñar dicha labor. Hoy en día, numerosos jóvenes formados y trabajadores tienen que irse al extranjero, para encontrar un puesto de trabajo. Mientras tanto, observamos como algunos políticos, como el Ministro Wert, nos piden excelencia educativa cuando ellos mismos no llegaron ni a la media exigible para obtener una beca.
Por último, pienso que nos hallamos en una situación bastante lamentable, ya que unos pocos se están cargando todo aquello que tanto les costó a nuestros abuelos y padres conseguir, para que tuviéramos una sociedad más justa y mejor. Sin embargo, la realidad es que la ambición y egoísmo de unos cuantos se está imponiendo sobre el bienestar de la sociedad, algo que sería deseable evitar y ponerle remedio.
Rafael Pozas