Redacción.
Un siglo después de que Clara Campoamor y Victoria Kent abrieran camino en la abogacía española, y cuando se cumplen 50 años de la supresión de la tutela legal del marido sobre la mujer, el Colegio de la Abogacía de Madrid ha rendido homenaje a las mujeres que han marcado la historia del derecho y la igualdad en España.
Bajo el título “Mujeres con huella: 100 años rompiendo moldes en la abogacía y 50 años de la Ley 14/1975”, el ICAM acogió este lunes una jornada doble para conmemorar dos efemérides clave: el centenario de la colegiación de las primeras abogadas en Madrid, Clara Campoamor y Victoria Kent, en 1925, y el 50 aniversario de la Ley 14/1975, que puso fin al régimen de tutela legal del marido sobre la mujer casada.
Al acto asistieron representantes del ámbito jurídico e institucional como la presidenta del Consejo General del Poder Judicial, Isabel Perelló; la vocal del CGPJ Lucía Avilés; la fiscal jefe de Madrid, Almudena Lastra; la senadora y presidenta de la Comisión de Justicia del Senado, Yolanda Ibarrola; la viceconsejera de Justicia de la Comunidad de Madrid, Carmen Martín García-Matos; la fiscal del Tribunal Supremo, Pilar Martín Nájera; la ex secretaria de Estado de Igualdad, Soledad Murillo; y miembros de la Junta de Gobierno del ICAM como Lola Fernández Campillo, José Ramón Couso y Ester Mocholí, entre otros.
“Hoy rendimos homenaje a las mujeres que rompieron moldes, pero también hacemos un ejercicio de memoria activa para recordar que los derechos no se regalan: se conquistan y se defienden día a día”, afirmó en el acto inaugural la vicedecana del ICAM, Isabel Winkels, encargada de abrir el acto junto a Lucía Avilés, vocal del CGPJ.
En su intervención, Avilés abarcó desde el asesinato de Ana Orantes —como símbolo del machismo estructural— hasta las conquistas legislativas recientes como la Ley Integral contra la Violencia de Género, recordando que los derechos no caen del cielo y que han sido la “ira cívica” y la movilización social las que han impulsado los grandes cambios legislativos.
Clara Campoamor y Victoria Kent, dos formas de hacer historia
Moderada por Eva Serrano (Serrano (miembro de las mesas de igualdad del ICAM y vicepresidenta de la CEIM), la jornada arrancó con una mesa redonda en la que el periodista Isaías Lafuente y la abogada Estela Martín ofrecieron un recorrido apasionado por las trayectorias de Clara Campoamor y Victoria Kent, referentes imprescindibles de la historia jurídica y feminista española
Lafuente describió a Clara Campoamor como “una mujer impresionante, modelo personal, cívico y político”. Recordó que se matriculó en el bachillerato con 32 años, estudió Derecho y se colegió en 1925. Fue diputada en las Cortes Constituyentes de 1931, donde, con argumentos democráticos y de sentido común, convenció a 160 hombres para aprobar el sufragio femenino, pese a la oposición de su propio partido, el Partido Radical.
“Fue la única mujer en el mundo que logró el voto femenino desde una tribuna parlamentaria”, destacó Lafuente, quien también denunció el olvido institucional de su figura: “Un robo de conocimiento que hay que corregir”. Campoamor no solo defendió el voto, sino el divorcio, la igualdad civil y la educación para las mujeres.
Por su parte, Estela Martín reivindicó a Victoria Kent como la primera mujer directora general de prisiones, reformadora del sistema penitenciario y fundadora de una revista feminista desde el exilio. Aunque conocida por su oposición al voto femenino en ese momento, “Kent no se oponía al voto, pedía su aplazamiento por la situación de vulnerabilidad social de muchas mujeres”, aclaró Martín, quien leyó fragmentos de su discurso parlamentario para demostrar su madurez política y su fidelidad a la República.
Ambos ponentes coincidieron en que la igualdad no se construye enfrentando figuras históricas, sino sumando sus logros. “Compromiso y perseverancia” en el caso de Campoamor; “formación y educación”, por parte de Kent.
La ley que nos igualó (1975)
La segunda mesa redonda estuvo dedicada a la Ley 14/1975, que abolió la licencia marital y permitió a las mujeres casadas ejercer derechos civiles sin autorización del marido. Moderada por Isabel Winkels, contó con la participación de Belén Landáburu, Consuelo Abril, Francisca Sauquillo y Carmen Alonso Ledesma.
Belén Landáburu, jurista y exprocuradora en Cortes, relató cómo impulsó la reforma del artículo 321 del Código Civil desde dentro del franquismo. Detalló la participación de la Federación Internacional de Mujeres Juristas (cofundada por Campoamor), la creación de una comisión especial de codificación con cuatro mujeres (ella, María Telo, Carmen Salinas y Concepción Sierra) y el proceso legislativo que derivó en una reforma que afectó a más de 60 artículos del Código Civil y de Comercio.
Consuelo Abril ofreció una visión desde la práctica profesional: “No se podía abrir una cuenta corriente, ni aceptar una herencia, sin permiso del marido”, recordó. También se refirió a la amistad epistolar entre María Telo y Clara Campoamor y denunció ejemplos de machismo judicial.
Por su parte, Francisca Sauquillo contextualizó la ley dentro del auge del movimiento asociativo en los años 60 y 70 -“Franco murió en la cama, pero las mujeres ya estábamos en la calle”-, y recordó que hasta 1978 no se despenalizó el adulterio ni se legalizó la píldora.
Finalmente, Carmen Alonso Ledesma completó el análisis con el impacto mercantil de la reforma: por primera vez, afirmó, las mujeres pudieron ejercer el comercio sin autorización. Asimismo, subrayó que los derechos también se pierden si no se defienden desde el conocimiento jurídico y la conciencia social.
La juventud toma la palabra: herederos de una lucha
El acto concluyó con una mesa protagonizada por jóvenes profesionales de la abogacía —Vera, Celia, Iker y Jaime— quienes ofrecieron una mirada lúcida y comprometida sobre la igualdad legal y su brecha con la igualdad real. Moderada por Lola Fernández Campillo, esta parte final sirvió de puente entre el legado de las pioneras y los desafíos que enfrentan las nuevas generaciones.
Especialmente significativa fue la intervención de Celia Herrero, presidenta de la Sección de Iniciación Profesional del ICAM y coordinadora de Abogacía Joven, que conectó con fuerza el pasado y el presente: “Hoy se ha visto claramente con la ley que conmemoramos: se aprobó, sí, pero hubo que emitir circulares para recordarla, y han tenido que pasar décadas para que cale en nuestro inconsciente colectivo. A veces creemos que nacemos con estos derechos, pero no es así. El cambio social no se logra solo con leyes: requiere educación, conciencia y voluntad de transformación”.
Herrero también denunció que la igualdad legal no garantiza la práctica, si no va acompañada de un cambio profundo de cultura: “Aunque hemos progresado mucho, siguen existiendo roles asignados, brechas salariales y una corresponsabilidad que aún no es plena. En mi entorno profesional, por ejemplo, observo que en especialidades con ritmos más variables de trabajo, son mis amigas —y no mis amigos— quienes se plantean renunciar para poder conciliar. Es una decisión legítima, pero reveladora de quién sigue cargando con el coste del equilibrio familiar”.
Y cerró con un llamamiento claro: “La abogacía joven no solo tiene el derecho, sino el deber de cuestionar estas dinámicas. Somos nosotros quienes debemos impulsar el cambio social que convierta la igualdad legal en igualdad real”.
En esa línea se recordaron las palabras de Estela Martín, quien defendió que “la igualdad no se construye criticando, sino sumando lo mejor de todas las mujeres que han luchado por ella”, y que “la juventud debe formarse, conocer de dónde venimos y no dar ni un paso atrás, ni siquiera para coger impulso”.
Como bien explicó Isaías Lafuente durante su intervención, frente a las resistencias del pasado —cuando Clara Campoamor se alzó sola ante 470 diputados— o frente a la oposición velada que vivieron las juristas que impulsaron la Ley de 1975 —como Belén Landáburu, María Telo o Consuelo Abril— hoy el relevo está en manos de una nueva generación de abogadas y abogados conscientes de que los avances no son eternos. La advertencia es clara: los derechos pueden revertirse si se desatiende su defensa.
Así, “Mujeres con huella” cerró su jornada con un mensaje esperanzador pero exigente: la memoria es frágil, la igualdad es un proceso inacabado, y el futuro depende del compromiso diario de quienes ejercen el Derecho como herramienta de transformación social.
Vera, Celia e Iker insistieron en que conocer la historia y educar en pensamiento crítico es clave para sostener lo conquistado. “Ni un paso atrás, ni para coger impulso”, concluyeron.