Claves del juicio a José Bretón: Alimentando a la bestia

Por Francisco Bonatti, 

  • Socio Director en Bonatti Defensa Penal

Barcelona

Debo reconocer que no he seguido las informaciones que iban saliendo sobre el asesinato de dos menores en manos de su padre, José Bretón. Así que -cuando me pidieron que escribiera este artículo- tuve que recurrir a la hemeroteca para repasar las noticias diarias de las sesiones de juicio.

No deja de ser un caso claro de condena por indicios: se encontraron en una hoguera restos humanos que los antropólogos identificaron sin ningún genero de dudas como de dos niños de edades similares a los desaparecidos: dos y seis años. Bretón reconoció haber encendido la hoguera y no supo dar explicación alguna a la existencia de restos, así que no se puede concluir mas que Bretón mató e incineró a sus hijos.

Otros indicios vienen a corroborar que estamos ante un homicidio premeditado: la acumulación de gasoil días antes, la forma en que construyó una pira funeraria de gran eficiencia energética, la enorme columna de humo detectada hasta por cinco torres forestales, el ensayo con sus sobrinos dejándolos solos en un parque, su actitud fría y distante desde el primer momento de la presunta desaparición, su personalidad metódica y ordenada, entre otros.

Desde el primer momento de la desaparición, los funcionarios policiales sospecharon del condenado. Esa misma noche ya investigaban en la finca de la familia, de hecho cuando llegaron, la hoguera todavía mantenía rescoldos calientes. En esta fase inicial de la investigación, el error de la antropóloga forense que identifica los restos de la hoguera como de animales parece que da cierto margen de maniobra al sospechoso,  pero a pesar de ello, finalmente se imputa a Bretón por detención ilegal y se acuerda su ingreso en prisión aún antes de tener pruebas de los homicidios.

 La correcta identificación de los huesos abre una segunda fase  que nos encamina directamente a un juicio oral que no podía terminar mas que con una sentencia condenatoria como la que se ha dictado.

 Llegados a este punto, es absolutamente imprescindible hacer una reflexión sobre la actitud de los medios de comunicación a lo largo del juicio y el uso que de ellos ha hecho el acusado, una de las claves mas importantes de lo que hemos vivido.

 Las acusaciones sostienen que José Bretón ha matado a sus hijos para vengarse de su esposa e infligirle el máximo dolor posible, esta tesis ha sido corroborada por testigos y peritos y creo que el tratamiento que han dado al caso algunos medios de comunicación no ha hecho mas que alimentar a la bestia.

 El lado mas escabroso del crimen, un  padre que mata a sus hijos, ha llamado tanto la atención de las televisiones que la familia de los menores se ha visto arrojada al centro de los focos no sólo durante su desaparición y duelo, sino también durante un largo juicio de tres semanas y eso era justo lo que pretendía José Bretón al acometer el crimen: hacerlos sufrir cuanto mas mejor.

 He preguntado a amigos y conocidos y todos han coincidido en que lo que mas les llamó la atención fue la mirada de José Bretón, una mirada fija y con un porte retador que se ve en  muchas de las grabaciones del juicio. A mi también me llamó la atención su cuidada imagen, con cambio de vestuario cada día de sesión, daba la impresión de que disfrutaba con cada minuto en esa Sala.

 Creo que hace ya  muchos meses que Bretón tomó consciencia de la fuerza mediática de su caso y se ha preparado y esforzado en incrementar deliberadamente durante el juicio el sufrimiento de sus víctimas, ha disfrutado de su momento, utilizando el altavoz de los medios para recrearse en su inocencia, sosteniendo una historia inverosímil y una defensa imposible que ha obligado a peritos, testigos y funcionarios policiales a contar, repasar y repetir una y otra vez lo que ocurrió el fatídico día en que los niños fueron asesinados, elucubrando sobre cómo y cuando los mató o sobre si los quemó vivos o muertos  mientras la prensa lo reproducía casi en directo, haciendo altavoz a los fines del acusado quien paralelamente mostraba un perfil tranquilo y confiado, incluso “coqueto” en lo que respecta a su imagen.

 No es difícil imaginar el inacabable sufrimiento de la madre de los menores, de sus abuelos y tíos ante esa avalancha de macabras repeticiones de la jugada bajo la atenta mirada del parricida. Sin el efecto multiplicador de los medios, Bretón probablemente no se hubiera crecido tanto y la familia de las víctimas, especialmente la madre que no deja de ser la tercera víctima, hubieran tenido la oportunidad de vivir esos graves momentos en una merecida intimidad que les hubiera resguardado de mayores padecimientos.

 Creo que la lección que debemos aprender es que resulta imprescindible reflexionar sobre el tratamiento que los medios hacen de estos casos, ya que corren el riesgo de acabar atrapados en las estrategias de los agresores, de modo y manera que un mal entendido derecho a la información se convierte en el arma perfecta para acabar de “rematar” a las víctimas.