Cuando las Navidades traen alcoholemias y los Reyes Magos divorcios

Redacción.

3 de enero de 2019.

Las fiestas Navideñas siempre son motivo de celebración para casi todo el mundo. Suelen empezar con las cenas de navidad, las siguen las cenas en familia para acabar con el temido y deseado roscón de Reyes.

Regalos, abrazos, brindis y felicitaciones por doquier inundan el panorama social en cada hogar español.

No obstante, esas fechas son también señaladas por los abogados y los juzgados debido a la gran cantidad de causas que se abren en estos días, concretamente finales de diciembre y principios de año nuevo.

Quizá el delito más repetido en esas fechas sean los delitos contra la seguridad vial, y concretamente los delitos de alcoholemia. Las cenas y las fiestas familiares hacen en muchos casos que la gente se relaje y cometa el pecado de ingerir alcohol con la ilusoria creencia de que, o bien o le harán un control de alcoholemia, o bien, si le paran y le hacen soplar, no dará positivo.

Dan igual las campañas de publicidad por tierra, mar y aire, da igual el número de muertos en carreteras cada año, da igual que avisen que van a realizar miles de controles de alcoholemia en estas fechas, dan igual las terribles consecuencias que pueden ocasionar no solo al que bebe, sino a terceros inocentes, dan igual las sanciones (de 500 a 1.000 €) y la retirada de puntos (hasta 6 puntos de retirada) o del mismo carne (retirada de 1 año hasta 4 años), incluso da igual que el conductor sea reincidente, o de las penas de prisión (de hasta 6 meses). Todo da igual, todos los años por estas fechas, los abogados especialistas en juicios de alcoholemia en Madrid y en todas partes del territorio nacional se afanan por defender juicios de imposible absolución en la mayoría de los casos.

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El procedimiento judicial empieza con una citación del juzgado, donde se nos comunica que debemos presentarnos ante un juez de instrucción, bien para la celebración de un juicio rápido, bien para tomarnos declaración por haberse abierto diligencias previas. Sea como fuere, no podemos ir sin abogado, la ley obliga a cualquier investigado (antes imputado) a presentarse con un letrado, bien particular, bien asignado de oficio si no tenemos recursos suficientes para costearnos uno.

Estos juicios acaban en la mayoría de los casos en conformidades, es decir, el conductor, reconoce los hechos a cambio de una rebaja en la condena de un tercio. Esa conformidad, ha de “negociarla” el abogado con el Fiscal, de tal forma que, con antelación, el letrado ha de saber al detalle la situación personal y profesional de su cliente para poder ofrecer la mejor solución.

Pensemos, que lo mínimo que va a pedir el Fiscal, si el conductor no tiene antecedentes penales o no es reincidente, será la retirada del permiso de circulación durante un año, y una multa de unos 1.000 € que, en su caso, podrá ser sustituida por trabajos en beneficio de la comunidad.

Si nos confesamos culpables y aceptamos los hechos, la retirada del permiso de circulación quedará en ocho meses, y la multa, también se verá reducida en un tercio.

No obstante, si hemos ocasionado daños a la vía pública, tendremos que abonarlos y en eso, no hay rebaja que valga.

Hay que recordar que a partir de 0,60 litros por aire espirado estamos ante un delito contra la seguridad vial, por lo que ya no cabe sanción administrativa, es decir, no pueden sancionarnos dos veces por los mismos hechos, aunque muchos ayuntamientos aprovechan para enviar las multa y “ver qué pasa”.

Pero como no solo de alcoholemias vive el abogado penalista, en estas fechas también hay para los abogados matrimonialistas. Las discusiones ocasionadas como consecuencia de las reuniones familiares, donde la gente se calienta y dice lo que siempre calló durante el año a ese familiar incómodo o que no soporta y con el que tiene que pasar más tiempo del recomendable, hacen que las parejas vislumbren cada vez más cerca las garras del divorcio.

Los divorcios en Madrid y en el resto de provincias aumentan en estas fechas de manera considerable (a veces, incluso más que en vacaciones estivales); pueden ser divorcios ante Notario, divorcios de mutuo acuerdo o divorcios contenciosos, y para los que no están casados pero tienen hijos en común, lo llaman procedimiento de relaciones paterno filiales, sea como fuera, la ruptura de la pareja es un hecho.

Y no solo se producen separaciones en las grandes capitales de provincia como Madrid, Barcelona o Valencia sino que cualquier municipio tiene su porcentaje en estas fechas de tal forma que los divorcios en Alcalá de Henares, Torrejón de Ardoz o cualquier otra localidad aumentan siempre en estas fechas tan señaladas.

En estos procesos de familia también se hace necesaria la presencia de un abogado y de un procurador (salvo en los divorcios ante notario donde no se necesita procurador).

Si en la pareja no hay hijos, la sustanciación del procedimiento se torna mucho más sencilla, habida cuenta de que hay poco por lo que pelear, salvo que se encuentren casados en régimen de gananciales y hay que repartir bienes.

El problema viene si existen menores y, sobre todo, si no hay acuerdo que valga entre las partes. Cada progenitor de la mano de su letrado, tratará de conseguir aquello que el otro no le quiere dar, bien sea una cantidad por la pensión de alimentos, bien sea una custodia compartida, o un régimen de visitas monoparental.

Hemos de recordar, que si bien, un juicio rápido de alcoholemia destaca por su sencillez y rapidez, un divorcio contencioso destaca, en muchos casos, por su lentitud, sobre todo si las partes piden una evaluación psicosocial del núcleo familiar ya que los equipos psicosociales adscritos a los juzgados se encuentran siempre colmados de trabajo por lo que sus informes pueden tardar hasta más de un año, y sin los cuales, no es posible asignar fecha de juicio.

Sea como fuere, cada año se repite la misma pauta social en estas fechas, pues bien pudiera parecer que Papa Noel se afana en traernos alcoholemias, y los Reyes Magos, divorcios, los ciclos se repiten una y otra vez sin solución de continuidad, al igual que los coleccionables a finales de verano, los turrones en Navidad, o las torrijas en Semana Santa.