Si no existiera el GAJ, deberíamos inventarlo

Juan Irala y Pol OlivetPor Juan Irala y Pol Olivet.

Vocal y Vicepresidente del GAJ Barcelona.

Nos levantamos con titulares como “Sólo dos de cada diez jóvenes de menos de 30 años pueden emanciparse”. Seguimos leyendo que la tasa de paro es la más alta de Europa y que en los casos de menores de 25 años se sitúa en la no menos despreciable cifra del 46%.

Siempre se nos ha dicho que la abogacía es una carrera de larga distancia y que los inicios, para nadie, nunca fueron fáciles. Si sumamos lo expuesto, el cocktail es explosivo, pero el reto todavía es mucho más grande. Si la abogacía siempre ha sido una profesión difícil, que no trabajo, para los jóvenes abogados, a veces, puede parecer un imposible. Y aunque no siempre se logre, y muchas veces nos falten medios e ideas, desde las agrupaciones de abogados jóvenes se intenta paliar aquellos déficits que pueden encontrarse en los distintos Colegios de Abogados en donde se encuentran. No por voluntad, sino por olvido.

La formación ha sido siempre fundamental para el ejercicio, pero en los tiempos que corren en los que la hiperespecialización está al orden del día, todavía más. Por ello, debe centrarse gran parte de sus esfuerzos en la formación a la abogacía joven, siempre desde la gratuidad, la cual cosa no comporta un déficit de talento en los ponentes que se prestan de forma altruista y desinteresada a la formación de aquellos a los que han precedido o comparten estrados.

La formación no sólo se limita a las conferencias periódicas, que también, sino a suministrar todas aquellas herramientas que puedan ayudar a la abogacía joven a estar informada de las novedades legislativas que puedan surgir; véase, como ejemplo, el Boletín de Actualidad Jurídica impulsado recientemente por el GAJ Barcelona.

Pero no sólo es cuestión de formarse, también es imprescindible en una profesión a veces un tanto solitaria la relación con los compañeros. Realizar cualquier actividad para que entre todos nos conozcamos mejor, o lo que ahora se le llama networking. Todos y cada uno de estos eventos organizados únicamente tienen una finalidad, compactar el tejido que configuramos los más de 6.000 abogados jóvenes que somos en Barcelona y que entre todos podamos encontrar aquellos puntos a mejorar, que todavía son muchos.

Asimismo, no podemos olvidar otra importante tarea que carga sobre los hombros de las agrupaciones de abogados jóvenes: la defensa de los intereses de nuestros jóvenes compañeros. ¿Quién va a alzarse para defender y luchar por nuestros intereses con más ímpetu que nosotros mismos?

No se puede, ni debe dejarse de lado a la abogacía joven pues sería lo mismo que desentenderse de todos aquellos abogados que en pocos años configurarán la gran masa de la abogacía. De hacerlo, sería dejar a la deriva la profesión a la que servimos que, hoy más que nunca, se configura como un pilar fundamental para que exista el sueño de la democracia. De ahí que nazcan proyectos como GAJ Talks, de la mano del GAJ Barcelona, donde se pretende en un ámbito distendido hablar de la relación del derecho con aspectos fundamentales en la sociedad, pues queramos o no, somos un pilar básico de ella.

Es por ello que, si no existiesen o algún día dejaran de existir las agrupaciones de abogados jóvenes, deberíamos inventarlas.