Green on, Green off

Por David Garcia Gimenez.
Barcelona.


Cada vez más, la legislación laboral en materia de empleo verde y sostenibilidad del medioambiente está en aumento, potenciado por una creciente sensibilidad por parte de la ciudadanía. Pero, ¿es suficiente?

 Como ya sabemos, el Departamento de Recursos Humanos de una empresa es su gran activo (sobre todo en economías desarrolladas). Del mismo modo el Departamento Medioambiental necesita por parte de los responsables de una empresa delegación de responsabilidades, capacitación y motivación. Tengamos presente este tándem.

A partir de aquí, si la cúpula de la empresa no aprueba medidas o planes medioambientales, cualquier esfuerzo por promoverlo queda en nada.

La función de recursos humanos respecto al Departamento de Medioambiente supone una planificación, reclutamiento, selección y formación del personal. Con todo este trámite piramidal, se pretende que los aspirantes al puesto de trabajo sean capaces después de terminar este proceso de:

1.- Realizar previsiones cuantitativas y cualitativas dentro de un espacio temporal para determinar y proponer planes de actuación (planes que como anteriormente he mencionado pueden quedar en nada si la Junta de Dirección los considera innecesarios).

2.- Reunir conocimientos, habilidades y recursos de la empresa para implantar un sistema de funcionamiento operativo dentro de una estructura empresarial (sistemas de funcionamiento que si los directivos encargados de la logística y operaciones estratégicas consideran fuera de lugar no quedan implantados).

3.- Dominar el lenguaje empresarial, suponer un motor de actitudes y tener una visión medioambiental a largo plazo.

De modo que después de ver como se reclutan y preparan a los encargados de dirigir el Departamento Medioambiental de las empresas (integrado en muchos casos por juristas) y observar las habilidades que se precisan y enseñan llegamos a la siguiente conclusión: el área dedicada al medioambiente está en manos de expertos a nivel empresarial, innovador y medioambiental que ven solapadas ideas e iniciativas por parte del núcleo duro de la Junta Directiva (si hay suerte) o por parte de inversores que consideran los gastos en implantar una mentalidad verde  a la empresa como una inversión poco rentable.

Empezando por el hecho que a mi parecer el empleo verde solo es sostenible cuando el Estado destina subvenciones para implantar políticas de reducción de contaminación por parte de multinacionales o gigantes empresariales.

Pero vayamos por partes.

En el ámbito doméstico hace 5 años que reciclamos, y como mucho 10 desde que sabemos que existe algo que se llama reciclar (por el papel reciclado) teniendo en cuenta además que con nuestra aportación diaria podemos favorecer a ello.

Recordemos que todo este movimiento verde requiere una cultura, una tradición y unos hábitos inculcados. Por eso considero pretencioso, muy pretencioso decir que somos un país verde. Un país concienciado con el medioambiente.

Todas las acciones dedicadas al medioambiente en España (palabras del Prof. Aragón Correa) son llevadas a cabo por las empresas porque paga el Estado o porque son obligatorias por ley (sometidas a su correspondiente sanción por incumplimiento). La tardía Ley 26/2007, de 23 de octubre, sobre responsabilidad medioambiental, establece en sus artículos 36, 37 y 38 un listado de sanciones aplicables a las empresas que por negligencia o infracción cometiera un acto lesivo atentando contra la conservación de cualquier tipo de ecosistema. La cuestión es si los empresarios deben mirar solo en las multimillonarias cifras impuestas como castigo (que pueden ascender a 2.000.000 de euros) o pensar en cómo éste interesante movimiento puede ser beneficioso.

El mejor ejemplo para ilustrar todo esto es el de la multinacional cosmética Body Shop. Dicha marca ha realizado una estrategia de marketing brillante con la que han conseguido reducir costes de publicidad, mejorar imagen corporativa, llegar a un sector (cada vez más creciente) de usuarios concienciados con el medioambiente y esquivar sanciones legales por procedimientos químicos que atenten contra nadie.

Fuente: www.thebodyshop.es

Razonando mi afirmación, Body Shop no realiza pruebas cosméticas con animales, vende a granel y no hace ningún tipo de publicidad.

Vayamos paso a paso:

1.- No realizan pruebas con animales: método costoso y mal visto por una sociedad hipócrita. Es decir, saber que los animales sufren al ser sometidos a estos procesos puede llegar a incomodar o no a una persona. Pero lo que realmente fastidia es tener que ver por Facebook, Twitter, Instagram, etc… fotografías del pobre chimpancé pintado de arriba abajo con un pintalabios tono Russian Red. Respuesta rápida: nosotros no lo hacemos.

2.- Venta a granel: método de venta más económico para el comprador y para la empresa (no lo olvidemos). Con este sistema, el cliente tiene la falsa sensación que la empresa mira por sus intereses al poder ahorrarse el envase de fábrica, que además genera un gran cúmulo de gases perjudiciales para el mantenimiento de nuestro planeta. De todos modos, si quieres también puedes adquirirlo pagando una suma algo elevada (ya que el proceso del envase de plástico es verde).

3.- No hacen publicidad: lo raro sería hacerla. Gracias a estas tres medidas que lo único que hacen en realidad es escatimar gastos, sirven para crear una imagen y una reputación verde excelente para la empresa. Con toda esta explicación quiero llegar al llamado Greenwashing o lavado de cara verde. Por eso quiero felicitar a los encargados del Departamento de Marketing de la empresa por reducir gastos a la vez que crean una imagen corporativa totalmente concienciada, colgándose (unas más que merecidas) medallas verdes y ecológicas.

Respecto a eso de no hacer publicidad… Body Shop (por lo que yo haya podido comprobar) tiene unas 16 páginas en Facebook donde ofrece publicidad de sus productos y actividades ( y de un modo totalmente gratuito).

Así pues, como ya he dicho al principio de este comentario hoy por hoy no puedo ser muy optimista con el empleo verde y sus iniciativas. Del mismo modo que ahora niños y ancianos colaboran separando residuos domésticos a pequeña escala, mañana grandes empresas quizá encuentran motivación más allá del dinero para cerrar chimeneas y apostar fuerte por las energías renovables. Ahora les toca a ellos.