El 3 de julio de 2006 un tren que transportaba 150 personas descarriló en una curva cercana a la estación de Jesús, de la Línea 1 del Metro de Valencia. Este accidente se llevó la vida de 43 personas e hirió a otras 47, convirtiéndose así en el más importante de la historia de España y uno de los peores de toda Europa.
La investigación apuntó de forma oficial a un exceso de velocidad, ya que el convoy pasó por la curva a 80 km/h al pasar por un punto donde el máximo era de 40 km/h, y sin reducir la velocidad después de ese momento. Como consecuencia de esta velocidad, el tren circuló volcado y soportado por una pared del túnel.
En un primer momento, se consideró un simple accidente y se culpó al conductor por no cumplir los límites de velocidad, pero, desde aquel momento, diversas asociaciones de afectados i partidos políticos empezaron a organizarse para encontrar fallos de seguridad. Por ejemplo, el sistema implantado en este metro era el FAP (Frenada Automática Puntual), que era cuarenta veces más barato que el ATP, que sí habría evitado el accidente.
Así mismo, el programa de televisión Salvados, que dedicó recientemente una emisión a este accidente, recogió la opinión de un maquinista de la empresa que aseguró que las ventanas de los vagones no estaban correctamente sujetadas y se desprendieron, lo que aumentó los daños.
Los despropósitos continuaron con una Comisión de Investigación parlamentaria sobre el accidente que no contó con testimonios clave solicitados por la oposición y con comparecencias manipuladas por FGV, la empresa concesionaria de MetroValencia, preparada con la finalidad de evitar que cualquier persona asumiera alguna responsabilidad.
Además, el caso judicial se cerró ya hace años sin realizar ninguna investigación en el caso, pero desde de la emisión mencionada, la Fiscalía pidió reabrir la investigación, tanto para determinar las posibles responsabilidades penales en el accidente como para poder encontrar un delito de falso testimonio.
