El estudiante autosuficiente: algunas recomendaciones dirigidas a estudiantes del grado de Derecho

Por Santiago Cavanillas Múgica.

Un poco de carrerilla

En esos años de la juventud (los mismos que viven la mayoría de los estudiantes a los que se dirige este artículo) en los que uno despliega en su imaginación todas las vidas que podrían ser y que al final han tenido que ser simplificadas (sacrificadas) en una sola (de la que no me quejo), tropecé con un libro, un boom editorial de la época, que sirvió para alimentar una de estas vidas imaginadas, la que hoy denominaríamos ecológica. Se titulaba “El horticultor autosuficiente”, estaba escrita por un autor inglés o estadounidense (inglés podría ser por su amor por la jardinería, pero americano, sin duda, por lo de la autosuficiencia, no en vano los yanquis son los creadores del libro de autoayuda) y, por lo que sé, sigue publicándose en la actualidad.

Cuando pienso en lo que intentamos hacer en la Universidad, me viene a la cabeza con frecuencia el título del libro porque pienso que, si hubiera que definir en una sola frase cuál ha de ser el objetivo de la enseñanza universitaria, me quedaría con esta: la formación de graduados (o postgraduados o doctores) autosuficientes.

La autosuficiencia y sus protagonistas

Autosuficiencia es lo contrario de dependencia: del profesor, de los apuntes, de los manuales, de los programas, de la compartimentación del saber en áreas y asignaturas… Autosuficiencia es autonomía, saber arreglárselas, formarse una opinión, tener criterio propio y bien fundamentado…

Algunos pocos profesores propondrán en sus asignaturas actividades destinadas a ejercitar la autonomía del estudiante: ejercicios o trabajos sujetos a la sencilla instrucción del “búscate la vida”. Habría que ser comprensivo con ellos y no dejar que la congénita aversión al riesgo del estudiante lleve a confundir una meditada exposición a lo desconocido con desatención o dejadez del profesor.

De todas formas, el principal protagonista del “aprendizaje del autoaprendizaje” eres tú, así que cambio la persona gramatical y aquí tienes mis recomendaciones para ti, estudiante con vocación de autosuficiencia.

Un test y una advertencia antes de seguir

¿Estás dispuesto a aceptar. al menos como hipótesis, que: a) la materia que te van a explicar, que vas a estudiar y sobre la que te van a examinar es una ínfima parte (ojalá que, al menos, nuclear) del Derecho con el que vas a tener que trabajar en el futuro; b) las actividades programadas por tus profesores pueden estar bien orientadas a la adquisición de las competencias de un buen jurista, pero son generalmente estereotipadas, dirigidas a un estudiante medio, no precisamente a ti? ¿Tienes claro que, aunque la universidad pondrá una parte de los medios, aprender es responsabilidad tuya y solo tuya? Si has contestado afirmativamente a las dos preguntas anteriores, puedes seguir leyendo, porque ahora vienen mis recomendaciones para ser autosuficiente; si no, te lo puedes ahorrar: vuelve a tus apuntes, saca el “fosforito” y a “quitarte” asignaturas…

Pero falta la advertencia: por si queda alguna duda, no te estoy proponiendo la locura de que prescindas del saber, más o menos convencional, que recibirás en la Facultad. Necesitarás ese corpus, claro que sí; pero no te bastará si no adquieres durante el grado una disposición de ánimo y una habilidad para, llegado el momento, poderlo completar, aplicar y criticar.

1. Ten experiencias

No tengas prisa en terminar el grado. Es preferible “trufarlo” con otras experiencias, tanto académicas (incluyo la asistencia, por el mero gusto de saber, a cursos o jornadas, ahora que por fin nos hemos liberado del bochornoso espectáculo de los viejos créditos de libre configuración), como extraacadémicas, que mejorarán tu formación. Si puedes interrelacionarlas con tu formación, mejor que mejor.

¿Cuál de los dos siguientes estudiantes crees que sale del grado mejor formado, como ciudadano y como profesional del futuro?

  • Bartolomé: “He terminado el grado en 4 años, con sobresaliente, para lo que he tenido que estudiar mucho. ¿Inglés? Con lo que sabía del bachillerato y unos meses de academia superé el examen de mi universidad para demostrar el nivel B2”.
  • Catalina: “He terminado el grado en 5 años, con notable. Un año fui estudiante a tiempo parcial porque trabajé como cajera en un supermercado. El dinero que gané me permitió hacer un Erasmus en Austria dos años después. Empecé a aprender alemán en el bachillerato y antes de irme a Austria trabajé un verano como animadora en un hotel de Mallorca, para practicar el alemán coloquial. ¿Inglés? Con el nivel del bachillerato he estudiando por mi cuenta y, además, siempre veo la televisión en versión original; hace un par de meses me saqué el Proficiency. Durante estos tres últimos años, también he colaborado en el comedor social de una ONG todos los jueves por la tarde; además, la experiencia me sirvió para realizar el Trabajo de Fin de Grado sobre la relación jurídica entre una ONG y sus beneficiarios. También me permitió hacer contactos para realizar unas prácticas externas en los servicios sociales de mi ayuntamiento. Por último, he hecho en una academia un curso de contabilidad básica y otro de páginas web y javascript y ahora mismo estoy siguiendo un curso online sobre coypright de la universidad de Harvard. ¿Algo más? Bueno, durante tres años he seguido unos ciclos divulgativos de filosofía griega que organizaba mi universidad y he sido dos años delegada de curso”.

2. No te quedes siempre con las ganas

Las apreturas del grado de Derecho en España (demasiada materia, demasiadas asignaturas) hacen que las experiencias de aprendizaje acaben demasiadas veces en un interruptus: “no da tiempo a explicarlo ahora”, “es así porque lo dicen los tribunales” (o “porque lo digo yo”), “ya lo veréis más adelante”…

La curiosidad es un estado de ánimo que debería concurrir en todo buen jurista y que se apaga si no se alimenta. No se trata, obviamente, de que cada una de las dudas o ansias de saber que te susciten tus estudios las vayas a resolver, pero sí de que hagas “catas”, aquí y allá, en función de tu agenda de tareas, para investigar un poco más por tu cuenta (vale, en los dos primeros cursos puedes pedir ayuda inicial al profesor…). Piensa que con estas exploraciones ocasionales no solamente aprendes algo que tus compañeros desconocen sino que, sobre todo, ejercitas tus habilidades, como el jugador de baloncesto que se queda al término del entrenamiento para practicar “triples”.

3. Traspasa las fronteras disciplinares

Una de las principales causas interruptoras del natural fluir del aprendizaje son las disciplinas (las áreas de conocimiento), encarnadas en sus hijas, las asignaturas. ¿Cuántas veces no habremos dicho los profesores de Civil a nuestros estudiantes que aquí lo que interesa es examinar si hay un vicio del consentimiento o una simulación, pero no si los mismos hechos son constitutivos de estafa o falsedad? Pues bien, en casos así, no te quedes con las ganas y, si realmente te interesa saber si los hechos son constitutivos de un delito, abandona mentalmente la asignatura y averígualo por tu cuenta… y porque sí: por si no ha quedado claro, ninguna de mis recomendaciones está dirigida a que mejores la nota en una concreta asignatura.

4. Cuida la transversalidad

Un definición sencilla de transversalidad: todo aquello que incida relevantemente en más de una de tus asignaturas.

Son transversales, por ello, muchas de las competencias que encontrarás definidas en tu plan de estudios: manejar las fuentes instrumentales, habilidades de comprensión y expresión, interpretación de textos jurídicos, argumentación, etc.

También son transversales algunas materias de la carrera. Con la advertencia de que otros profesores pueden proponer listas diferentes (no esencialmente, creo) y de que sigo un criterio muy restrictivo, aquí tienes mi lista de materias transversales del grado de Derecho:

  • Todo lo que tiene que ver con las fuentes del Derecho
  • Las reglas sobre aplicación y eficacia de las normas jurídicas (arts. 3 a 7 CCiv)
  • Los derechos y deberes fundamentales de los españoles (título I CE)
  • Los medios de prueba, incluyendo las presunciones
  • Los principios procesales
  • Las formas de ejecución forzosa de los derechos, sea en vía judicial, sea en vía administrativa
  • Los conceptos fundamentales y fuentes del Derecho Internacional, público y privado
  • Objeto y eficacia de los principales registros
  • Nociones de prescripción y caducidad y plazos principales.

Como digo, es una lista de mínimos. por lo que tú mismo puedes ampliarla con el criterio explicado: materias que se reproducen reiteradamente a lo largo del grado (quizás algunos principios de la contratación, de la persona y persona jurídica…).

Mi recomendación: que no apliques a estas competencias y materias transversales el habitual principio “vacunatorio”: asignatura superada, asignatura olvidada. Respecto de ellas, la ventana de aprendizaje debe permanecer abierta a lo largo de todo el grado: mejorando en las competencias y repasando (revisando, releyendo) en las materias.

5. Patea los tribunales

Si hay algo que no podemos transmitirte en las aulas universitarias es el feeling del Derecho: el olor de los juzgados, la mirada del procesado, la convicción de un testimonio, el incordio de los obstáculos más prosaicos, los modos de los protagonistas de la justicia cotidiana…; además, en muchas ocasiones, la experiencia vivida o presenciada te permitirá visualizar conceptos abstractos con los que tropezarás frecuentemente en la carrera: buena fe, presunción de inocencia, indefensión, etc. Por eso, te recomiendo que te pasees tanto como puedas por tribunales, despachos, registros…

En cuanto a los tribunales, tendrás que lanzarte a ciegas. Con motivo de los trabajos de preparación de la nueva oficina judicial, tuve ocasión de contactar con los responsables para proponer que la informatización en curso incluyera la posibilidad de acceder a las agendas de señalamientos (con exclusión de datos personales, obviamente), en abierto o a través de las propias Facultades de Derecho, para que los estudiantes pudieran seleccionar las actividades judiciales en las que tuvieran interés. La amabilidad con que fui atendido no pudo ocultar la impresión de que la sugerencia les sorprendió enormemente y de que no estaba en su agenda. Así que tendrás que lanzarte a la aventura y correr el riesgo de perder el tiempo haciendo antesala o de tropezar con algún funcionario estresado (o “borde”, aunque casi todos están encantados de ser útiles y de comprobar el interés de los estudiantes por su trabajo).

6. Explora las bases de datos

También es característica del buen jurista la que podríamos denominar “competencia extractiva”, es decir, la habilidad para obtener eficientemente información de calidad. Naturalmente, la fuente principal de información jurídica, hoy por hoy, son las bases de datos digitales. Las facultades de Derecho ponen a tu disposición una oferta de bases de datos superior a la que se encuentra en un despacho u oficina estándar. Por eso, debes aprovechar la oportunidad para explorar la mayoría de ellas. No esperes a que la Facultad o algún profesor te enseñe a emplearlas: el mejor modo de aprender a hacerlo es… usándolas.

7. Crea tu colección de recursos digitales jurídicos

En competencia con las bases de datos, cada vez es mayor el número y calidad de los recursos jurídicos disponibles gratuitamente en Internet. Aprovecha los años del grado para: a) explorar y elegir las herramientas con las que te sientas más cómodo: aplicaciones de agregación y lectura de RSS, como Google Reader, aplicaciones sociales, como TwitterFacebook o Linkedinmashups o agregadores personales, como Symbaloo, navegadores con sus sistemas de favoritos y complementos, etc.; b) seleccionar, con las anteriores herramientas, las fuentes que vas a seguir, sean generales, sean relativas a materias de tu interés (ver punto siguiente). No te preocupes, siempre será una colección abierta y cambiante, al ritmo que tu mismo evoluciones en tu formación e intereses.

8. Especialízate

No, no estoy diciendo que decidas si te gusta más el penal o el mercantil; al contrario, creo que es bueno que, en el grado, el estudiante no se deje vencer por los “primeros amores” disciplinares y mantenga su neutralidad hasta el final.

De lo que estoy hablando es de que, mediados tus estudios de grado, escojas un tema menor sobre el que especializarte, sobre el que te propongas saber mucho, muchísimo. Sé práctico: escoge un tema al alcance de tus posibilidades, no el Estado del Derecho, la naturaleza de las penas o la autodeterminación, sino, por citar ejemplos al tuntún, los gatos, el asma, el dopaje deportivo, twitter, los anticonceptivos, los zapatos de tacón, las hamburguesas, las fiestas, los conciertos, la bicicleta, la vela, la fotografía, las escaleras mecánicas…; en fin, cualquier asunto que, por el motivo que sea, te resulte cercano o llame tu atención: es difícil que haya alguno que no tenga un régimen jurídico que valga la pena estudiar. Insisto: temas nimios y triviales. Te sorprenderás. ¿Sabes cuántas sentencias resultan de una búsqueda con la palabra “tacones” en una base de datos? ¡Más de mil! Y de lo más variado: responsabilidad extracontractual, relaciones de vecindad, Derecho penal (no sólo tráfico de drogas: también lesiones), seguridad en el trabajo, propiedad industrial…
¿Por qué te hago esta recomendación; qué utilidad tiene para ti empeñarte en saber mucho de algún tema menor?

En primer lugar, te obligará a utilizar autónomamente las herramientas de búsqueda de información y las habilidades para tratarla.

En segundo lugar, la temática que escojas, cualquiera que sea, te exigirá un tratamiento transversal, interdisciplinar, mucho más próximo a lo que ocurre en el mundo real que la compartimentación del Derecho en asignaturas que te ofrecen los estudios reglados.

En tercer lugar, marcarte este objetivo de especialización es ilusionante y motivador y no digo ya si tienes la oportunidad, en algún momento, de exhibir tus conocimientos (ver siguiente punto).

9. Produce & publica

Ya que te has puesto a explorar con profundidad algún tema (ver punto anterior), ¿por qué no dar un paso más y aprovechar las oportunidades de la web 2.0 para poner a disposición de los demás tus descubrimientos? Recomiendo la combinación blog & twitter, pero tienes muchas otras herramientas a tu disposición (El Jurista es una muy buena). Piensa que cuentas con dos cualidades que pueden hacer tu trabajo útil: su extrema especialización y tu habilidad “internáutica” para encontrar información interesante y muy actualizada.

Eso sí: ya hablamos de un producto y eso te obliga a hacerlo bien, en redacción, sistemática y transparencia.

Y ya tienes un elemento más para tu currículo: un blog temático mantenido durante un par de años con sus cientos o miles de visitas.

10. Socializa

Presencialmente o digitalmente, durante el grado tendrás muchas oportunidades de colaborar con tus compañeros. Busca quienes compartan tus intereses e inquietudes y establece vínculos de colaboración estable (las herramientas del Internet social ayudan y no poco). No te descubro nada si te digo que de los demás estudiantes también aprendes, aunque solo sea porque te hacen esa pregunta que te obliga a revisar tus conceptos o afilar tus argumentos. Más allá de los “latosos” trabajos en grupo, comparte.

11. Disfruta

¿Disfruta? ¿En una carrera como Derecho tópicamente destinada a encallecer los codos, en la que hay que aplicar grandes dosis de resiliencia contra el aburrimiento?

Pues sí, disfruta. Más aún: si no disfrutas en algún momento del grado (me refiero al disfrute in itinere, no a la satisfacción por una buena calificación), creo que convendría que te preguntarás qué demonios haces aquí.

Tampoco te quiero engañar (ni podría hacerlo a poco que lleves unos meses en el grado): creo que tu formación será adecuada si ha exigido sufrir (empollar unas lecciones que no entiendes para qué sirven o angustiarte por la acumulación imposible de trabajos y exámenes) tanto como disfrutar.
Y aquí viene la guinda con la que pongo fin a este artículo: las actividades no regladas como las que te acabo de proponer son las que producen más serotonina (entiéndelo metafóricamente, no como afirmación científica, que yo sepa…).

Santiago Cavanillas Múgica.

Catedrático de Derecho Civil de la Universitat de les Illes Balears; decano de la Facultad de Derecho de la UIB.

http://zonabolonia.blogspot.com.es

Deixa un comentari

L'adreça electrònica no es publicarà. Els camps necessaris estan marcats amb *